8 jun 2015

Humano

Documental de
Alan Stivelman

Después de un par de intentos fallidos por ver este documental, por fin pude coincidir con él y estar en la última función de la gira por México. El Cineforo tuvo tres funciones para esta película, y no estoy diciendo tres días, sino tres funciones en tres días diferentes, mucha difusión, mucha advertencia de llegar con bastante anticipación para no quedar fuera y un pago extra en el boleto de entrada que pasó de 45.00 pesos a 75.00 pesos para este evento.

Humano es un documental que trata sobre el viaje que hace un joven (Alan Stivelman) a Cuzco, la antigua capital del Imperio Inca ubicada en Perú. Alan se instala en las montañas andinas con una crisis existencial a cuestas, una lista de doscientas preguntas y su afán por encontrar las respectivas respuestas. Con poco más que una cámara y su cuaderno se encuentra con Plácido un “chaman” andino a quien comienza a recitar su listado de preguntas. Plácido le dice que tendrá que aprender a ser Humano para conocer las respuestas.

Durante tres meses Alan y Plácido realizaron rituales para alcanzar la consciencia, viajes al interior de sí mismo que lo regresaban a su origen y a su conexión con la Madre Tierra para entender su papel en este mundo, muchas hojas de coca fueron necesarias para llevar a cabo el descubrimiento de su humanidad.

Si entendí bien Plácido pertenece a los Queros (Q’ero), descendientes directos de los incas, custodios del conocimiento original y de la profecía que habla sobre el gran cambio (Pachacuti) en donde el mundo retomará la armonía pondrá fin al caos y el desorden. Los Queros han vivido en lo alto de los Andes sin mucho contacto con el resto del mundo.

"Sigue tus propias huellas. Aprende de los ríos, los árboles, las rocas. Honra a tus hermanos, honra a la Madre Tierra, honra al Gran Espíritu. Hónrate a ti mismo y a toda la Creación. Mira con los ojos de tu Alma y comprométete con lo esencial".
Alan Stivelman está llevando de viaje su ópera prima, acompañando personalmente cada presentación, en donde habla de su catarsis personal al filmar este documental. Debo mencionar que este chico se fue como decimos por acá “con una mano adelante y otra atrás” sin más inversión que el boleto de llegada y algo de dinero para subsistir, afortunadamente Plácido no le cobró honorarios y Starbucks no le requería más que el precio de un café “alto” para disponer de internet y corriente eléctrica para cargar las baterías de su cámara una vez al mes.

Resumiendo: fui a ver Humano, me tocó tener la información de primera mano por la presencia del director durante la proyección en donde nos dio los pormenores de su obra, una sala de cine que regularmente está vacía, se encontraba al tope de su capacidad a pesar de que el costo del boleto casi se había duplicado. Entre los asistentes estaba la Abuelita Margarita descendiente de indígenas y promotora de las culturas ancestrales, quien no dudo en tomar la palabra para  felicitar al joven cineasta por su promoción a este tipo de culturas. Muchas preguntas por la relación de la película con la religión, alguna productora de cine se volcó en preguntas más técnicas que sólo hicieron notar la naturaleza totalmente independiente de la cinta y yo seguía sin entender por qué tanto escándalo con Humano.

Sin quitar el valor que pueda tener el documental, para mí no dejó de ser algo demasiado íntimo, el director está tratando de trascender su experiencia personal con algo que más que la intención de promover una cultura ancestral, me da la impresión que está buscando fondos para financiar su próxima película. Humano es el reflejo de lo que las redes sociales pueden hacer, muchos seguidores, pocos de los cuales le han invertido dinero en ver la película. Humano está en línea y sólo debes de pagar el equivalente a 5.00 dólares o comprar el dvd en 15.

La película se ha presentado en diversos festivales, como el de Varsovia, el de Mar de la Plata, en Brasilia y varios más en Latinoamérica principalmente, sin haberse llevado ningún premio que yo sepa. Se ha traducido a 7 idiomas y cuenta con más de 115 mil seguidores en todo el mundo. En su propia página se refiere a la cinta como:

“El documental  ha demostrado que otra forma de hacer cine es posible, tanto en su producción como en su exhibición, donde se aprovecha al máximo el uso de la tecnología y las redes sociales. Gracias a la ayuda de más de doscientos humanos que colaboraron como mecenas, técnicos y colaboradores se ha podido generar esta película que habla de lo que somos”.

Estas últimas líneas representan el valor de esta película, su valor radica en su manera de producir, proyectar y distribuir cine a través de las redes sociales. Tiene un mensaje espiritual es cierto, y aunque, insisto, resulta demasiado personal, hay algo que cada persona puede rescatar para sí misma, pero al final  se vuelve más  una búsqueda de capital que un mensaje. Y no digo que no esté justificado, claro que se necesita vender la película para poder financiar los gastos de futuras producciones, pero voy más con la idea de que la película se venda por sí sola, por su valor cinematográfico y no por la titánica labor de su creador para venderla, porque a mi punto de vista eso la reduce a un experimento de marketing. Stivelman está distribuyendo personalmente su película, tal vez eso sea un hecho sin precedentes en el cine independiente latinoamericano, la sala de cine no solicitó la proyección de su película, fue él quien rentó la sala para exhibirla y se cobró un sobreprecio por eso o por alguna otra cosa que nadie se molestó en explicar.

Me resulta inevitable hacer comparaciones y en este caso en particular la comparación será con el trabajo del también argentino Hernán Vilchez con: Huicholes: Los Últimos Guardianes del Peyote. Un documental, una causa, la filosofía de una comunidad indígena y un mensaje universal que ha hecho la gran mayoría de sus presentaciones de manera gratuita o con un costo de recuperación mínimo. Un par de premios, una excelente crítica y todo acompañado del andar personal de Vilchez, aunque es un documental que puede transmitir  un mensaje sin necesidad de la traducción de su creador.





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